Hace algunas semanas tuve la oportunidad de participar en el curso “Claves para leer a Gustavo Esteva: pensamiento y acción de un intelectual público desprofesionalizado” organizado por Fogata y facilitado por Carlos Tornel y Elías González. Yo había escuchado sobre Gustavo Esteva, pero no me había adentrado en su trabajo y este curso fue una excelente introducción a su extenso pensamiento.
Gustavo fue un pensador mexicano que ofreció una visión crítica sobre temas como el desarrollo, la agricultura, la preservación de la tierra y las autonomías, entre muchos otros. Su pensamiento es más relevante que nunca y, para muchas personas, una guía en estos tiempos de crisis.
Carlos Tornel y Elías Gónzaléz escribieron el libro “Gustavo Esteva. Vida y obra de un intelectual público desprofesionalizado” editado por Bajo Tierra Ediciones. Un libro que comenzaron de la mano de Gustavo pero que tuvieron que terminar después de su fallecimiento en 2022.
Después del curso, me reuní con Carlos y Elías para conversar más sobre las ideas de Gustavo vinculadas a la autogestión.
Si no has leído a Esteva todavía, espero que esta conversación te motive a hacerlo.
Pame
Esta entrevista ha sido editada y condensada.
Pamela: ¿Cuál es la definición o acercamiento que Gustavo tenía sobre las ideas de autogestión y autonomía?
Elías: Gustavo definirá el concepto de autonomía en diversos contextos, pero su contribución más destacada tuvo lugar durante los Acuerdos de San Andrés, en los que participó activamente. En este escenario, formó parte de la mesa dedicada a las autonomías, donde se discutieron y debatieron múltiples definiciones sobre el tema. En primer lugar la autonomía en un sentido más moderno, kantiano, que responde a la autonomía del individuo y que Gustavo va a rechazar. También va a cuestionar otras nociones como la traída por Díaz Polanco y López y Rivas, que era la visión sandinista, es decir, la forma autónoma de gestionar los recursos del Estado. Este tipo de autonomía que existe en muchos lados, como en las comunidades mapuche en Chile, Cherán, etcétera, que es la libre determinación de cómo se van a ejercer los recursos del Estado. Pero para Gustavo, y después también para López y Rivas, se pone en el centro la autonomía que responde a la autonomía zapatista que es justamente la no dependencia, la total no dependencia del Estado y la posibilidad de vivir la propia vida.
Entonces, yo recuperaría esa anécdota en la que Gustavo sí reconoce una diversidad de modos de entender la palabra y sabe que es problemática, pero él la clarifica muy en la tónica zapatista, como la libre determinación de poder vivir la propia vida, y eso obviamente pasa por no aceptar ningún tipo de dinero estatal. Una suerte de autonomía frente a los poderes del Estado.
Carlos: Gustavo habla de cuatro características claves de la autonomía. En primer lugar está la idea de ir más allá de la democracia, del sistema representativo, y más bien construir una democracia directa.
Luego viene otra esfera que sería ir más allá de la sociedad económica. Aquí, cabe muy bien lo que Gustavo menciona acerca de recuperar los verbos en contra de los sustantivos para recuperar esta transformación autónoma desde nuestras propias posibilidades.
La siguiente dimensión es ir más allá de la modernidad occidentalizada y romper con los supuestos de la certidumbre de la modernidad, las ideas del desarrollo, el progreso que están asociadas a ese modelo de representación liberal del estado-nación.
Y la última que pone Gustavo, es la idea de ir más allá del patriarcado. También hay esta lógica que él usaba mucho cuando decía que las comunidades tienen esta tradición de cambiar las tradiciones de forma tradicional. Creo que ahí es también parte fundamental entender cómo estos saberes son múltiples formas de ver los procesos, porque no hay una forma universal de pensar la autonomía, sino que va a suceder de forma heterogénea, a partir de cada territorio, de cada proceso.
Pamela: ¿Cómo se vinculan estas ideas sobre la autonomía con lo que Gustavo llamaba la insurrección en curso?
Carlos: Una de las partes que hay que entender del concepto de la insurrección en curso, es en qué momento Gustavo está planteando esta idea. Estamos en 2010 o 2011 y él está pensando en un momento donde estamos ante el agotamiento del Estado. Hoy sabemos que el Estado es un operador del sistema capitalista, su policía, es el protector hoy del extractivismo y de la facilitación del modelo de despojo. Entonces, creo que Gustavo, cuando propone la idea de la insurrección en curso, lo hace pensando que ya intentamos estas recetas de tomar el control del Estado, de invadir el Palacio de Invierno. Muy del modelo leninista, que por años plagó, yo diría, la imaginación de la transformación radical. Lo que hace Gustavo es un esfuerzo de romper con esa lógica y decir: no, la transformación no viene de arriba, sino viene de estas estructuras que hoy están completamente supeditadas, de dónde puede producirse un cambio. Y creo que la insurrección en curso es precisamente esta crítica a lo que Iván Ilich llama la sociedad de la escasez, es decir, en la que nuestra capacidad de poder atravesar, habitar, aprender, conocer, compartir, estos verbos que fueron sustituidos por sustantivos, que nos hicieron dependientes a este modelo de las instituciones. Gustavo e Ilich dirían: No, no es que solamente nos despojan de los medios de producción, nos despojan de nuestra propia capacidad de acción, o sea, de autonomía. Entonces, esto nos hace completamente dependientes. La insurrección en curso es precisamente la respuesta a cómo recuperamos eso desde lo más fundamental.
Elías: Esta idea tiene que ver con un concepto del Comité Invisible y su libro, “La insurrección que viene”. Sobre este libro Gustavo escribió en una de sus columnas en La Jornada: “Al ver este libro fascinante y examinar las verdades necesarias que establece, no puedo evitar la impresión de que la insurrección que viene, ya llegó. No sé si en París, pero sin duda en Oaxaca, en Chiapas, en México, estamos en ella.” Entonces, la insurrección en curso está totalmente relacionada con la autonomía, porque es eso. La insurrección que está aconteciendo, que es silenciosa, que no tiene parangón en la historia. Justamente se trata de gente haciendo cosas distintas. Simplemente por necesidad empiezan a hacer cosas diferentes y empiezan a vivir cosas distintas.
Pamela: Gustavo hablaba de hospitalidad, amistad, esperanza y sorpresa como elementos fundamentales para caminar hacia una nueva era. Me gustaría que nos contaran un poco más sobre la idea de sorpresa ya que creo que no es un elemento que aparece muy frecuentemente cuando hablamos de estrategias para abordar la crisis.
Elías: Tiene que ver con esta suerte de apertura que surge cuando hemos abandonado el futuro y cuando hemos cambiado de la lógica de la expectativa a la lógica de la esperanza. Solamente quien está viviendo desde la lógica de la esperanza o desde el dinamismo de la de esperanza puede sorprenderse. Porque lo que está haciendo es aquello que tiene sentido, pero que no sabe qué está aconteciendo y no tiene estas certezas de fondo. Hay confianza, tiene que haber un sentido en lo que hace, pero no es la expectativa de quién está llevando a cabo una receta de cualquier tipo. También tiene que ver con un afianciamiento en lo real, en lo que realmente estamos viviendo, experimentando, de poder vivir la vida a nuestra escala, porque parte del futurismo tiene que ver con vivir vidas que no están en nuestra escala, sino que son vidas ya pre organizadas o prefabricadas por expertos, por instituciones, por gobiernos.
“Solamente quien está viviendo desde la lógica de la esperanza o desde el dinamismo de la de esperanza puede sorprenderse”.
Carlos: La sorpresa está muy relacionada en la lectura de Gustavo con Ilich. Creo que tiene que ver con lo que Ilich llamaba la era de los sistemas. Este momento en donde se pierde la posibilidad de crear y nos volvemos dependientes de los sistemas. Entonces, es muy interesante pensar que en la era de los sistemas ya no hay ninguna necesidad de que pensemos, de que actuemos. Las instituciones y los expertos, lo hacen mejor que nosotros. Entonces, ¿para qué aprendemos a hacer cosas? Nos volvemos seres en escasez. Somos estúpidos, entonces tenemos necesidad de la escuela para que nos enseñen, no sabemos curarnos, tenemos que ir al hospital para que nos sanen, etcétera. Entonces, el proceso es esta dependencia radical, nos ha eliminado la necesidad absoluta de sorprendernos.
Dejarse sorprender en este momento, es, en términos de Gustavo, aprender a escuchar. Si el desarrollo fue ensordecedor, donde solo había un mundo, un solo camino hacia adelante; la lógica de sorprenderse es la capacidad de aprender a escuchar eso otro que fue oprimido por esa lógica de la modernidad, de esa lógica del desarrollo, y que hoy son esos saberes subyugados que están renaciendo, repensando.
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